sábado, 17 de agosto de 2013

Hace 10 años

Tal día como hoy hace 10 años y, mas o menos, a esta hora 14:45 h terminaba la última sesión de quimio.

No era de recordar estas cosas, es más ni siquiera pensaba en ello. Pero es curioso cómo funcionan los recuerdos: ella conducía, los críos se quejaban por el calor del verano y el padre recurrió a una historia para distraerlos (una historia está basada en hechos reales, los cuentos no), que empezaba así: 
       " Hace 10 años hizo un verano de muchiiisimo calor, mucho más que éste; lo recuerdo porque estaba trabajando en una cantera y allí no había árboles ni..."

Ella siguió conduciendo, pero su mente ya no siguió escuchando la historia, tan sólo para afirmar que todo era verdad y que también era el verano más caluroso que ella recordaba. Pero ella recordaba....

Recordaba la espera a la sombra en un banco de un jardín fuera del hospital. Allí se sentaban a esperar que pasasen un par de horas, para volver a entrar y recoger el resultado de la analítica que les diría si podía o no ponerse la quimio. Nunca fue sola. El último día él no pudo ir,  la llamó antes de entrar. El estaba en la cantera y ella esperando a la sombra a 300 km. El sabía lo que quedaba por delante, ella también,  pero era el último día.

Recordaba el olor de de aquel lugar. No todo el hospital olía igual, pero aquella planta fuese por lo que fuese ( los fármacos, el desinfectante, la gente..) tenía un olor especial y nada más llegar le entraban nauseas y tenía que hacer muchos esfuerzos para no vomitar. Por éso, hasta el calor de fuera era una bendición, el humo del tabaco, lo que fuese con tal de no oler.

Recordaba las bolsas azules rectangulares que le daban para vomitar. La última la tiró cuando cambiaron de coche hace dos años. 

Recordaba que había días en que ella quemaba, recordó los pinchazos y el rezar para que funcionase el reservorio y no tuviesen que pincharla más, el dolor. 

Recordó la cara del chico que empezó la quimio a la vez que ella, las caras de las enfermeras ( aunque ha olvidado sus nombres) siempre tan amables y profesionales, el "loco genio despistado" del médico que la llevó.

Recordó, sin querer, a las voluntarias que veían a darle conversación, consejos y fórmulas que ella no había pedido del estilo "hay que pelear" , "es una batalla", etc. Le generaban agresividad y nunca les tuvo simpatía, aunque puede que que a otros les sirvieran. Así que las ignoraba y miraba para otro lado cuando las vía venir, pero allí no iba a ser educada, allí era autista y todas sus energías se centraban en sobrevivir y volver a casa. Conversar de todo aquello con desconocidas era un desgaste que no podía permitirse. 

Recordó que desde las primeras sesiones  se ponía los cascos y se aislaba con la música a todo volumen. Después se dejaba ir, mientras los venenos (que se suponía iban a matar al bicho antes que a ella) hacían su efecto. Alli quedaba su cuerpo, vomitando y vomitando, y viajando por la memoria de los buenos ratos estaba su mente. 

Recordó que siempre hubo una amiga que fue a darle un abrazo y un poco de relevo a sus acompañantes... y sonrío.

Y se acabó el viaje y no tuvo tiempo de más.
En la realidad, quedó la radioterapia para el otoño, pero ya no hacía calor.
...................... 

Hoy escribiendo estas líneas 10 años después, me doy cuenta de que recuerdo muchas cosas. Pero con ser dura, no la recuerdo como la peor época de mi vida (tampoco la repetiría). Y eso solo puede deberse a que en ese tiempo pesó mucho mas el cariño y el amor que la salud, porque de ésto último andaba un poco escasa.
Hoy recuerdo que lloré pero nunca sola, que tuve vacaciones y en ocasiones hasta de la vida, que me raparon el pelo en uno de los momentos mas íntimos y emotivos que recuerdo, que leí, que me reí, que me llevaron a la playa, que salí por la noche, que estuve en el parque natural de Redes, que me dio la libertad de romper con quien no me quería, que aprendí a dejar que me cuidaran, que estuve muy cansada, que me dormía drogada en un hombro blandito y estaba protegida.
Hoy recuerdo y sonrío.

De aquel año aún conservo lo mas importante: a él con su hombro blandito, a mi familia y mis amigos. Y algunos inconvenientes menores: la falta de venas, un par de cicatrices, tres tatuajes y un poco de miedo a bultos extraños.

Hay quien me dice cuando sabe esta parte de mi biografía que "de todo se aprende"; pues igual oye, pero no me hubiera importado seguir ignorante. Pero es lo que hubo. 


En resumen: 1.- Probé casi todas las drogas legales y hay algunas estupendas. 
                  2.- Yo ya puedo decir y sin llegar a la vejez el brindis de "Cuatro bodas y un funeral", aquello de  “Por el amor verdadero, provenga de donde provenga. Para que en nuestra vejez podamos decir, orgullosos: a mí un día también me adoraron”.