viernes, 23 de septiembre de 2011

Son buenos chicos.

Son buenos chicos. Se merecen que las cosas les salgan bien.
Su madre murió demasiado pronto. Su padre, el mejor favor que les hizo fue dejarlos a cargo de la abuela y no volver.
Los conoce porque el pequeño tiene una enfermedad crónica que ha costado controlar con medicación. Hace algún tiempo que no han ido a verlo, por lo que supone que va bien con el nuevo tratamiento.
Lo ha visto con cierta frecuencia durante estos años y casi siempre ha podido darle el alta y dejarlo al cuidado de uno de sus hermanos.

Son buenos chicos, siempre lo ha pensado.
Son jóvenes,  responsables, trabajadores, se quieren y se cuidan, tienen sentido común.
Hace poco que murió la abuela. Pero hacia algún tiempo que se habían cambiado los papeles y les había tocado a  ellos cuidarla y lo hicieron, y lo hicieron bien.

Ahora viven los tres juntos y solos y se organizan según sus horarios. Su casa está limpia y más ordenada que muchas a las que ha ido: la cocina recogida, la ropa guardada, el suelo limpio, el baño ordenado.

Los han llamado porque aquello es muy gordo: el pequeño se ha tomado pastillas en un impulso absurdo y sin ninguna intención suicida. No son unas pastillas cualquiera: no tienen antídoto y ha tomado suficientes como para hacer un fallo hepático fulminante. El no lo sabía.

- "Discutimos por una bobada y después me fui a trabajar, pero quedé malagusto y en el descanso vine a hablar con él y cuando me dijo lo que había hecho le he metido los dedos para que vomite, porque él  no puede. Ni siquiera puede sostenerse".

Cuenta 30 pastillas, que no cuadran con la medicación que tiene prescrita, por síntomas y forma. Pero él no puede hablar. Entonces se le ocurre mirar en la basura y encuentra allí la caja vacía del medicamento anterior, que lo dejaba (a dosis normal) un poco dormido. Faltan 45 comprimidos. Esos quince que no han salido con el vómito son los que le están produciendo los efectos que tiene.

Lo ve llorar asustado y trata de calmarlo, pero sabe que aquello es grave. No quería morirse, ni llamar la atención, sólo quería dormir mucho rato y estar tranquilo. Hace unos meses que no tiene trabajo y tampoco encuentra.

" Si es un buen chaval hombre, solo necesita un trabajo... salir con los amigos... tener una novia... hacer un poco su vida. Nosotros no podemos estar todo el día con él porque tenemos que trabajar para mantenerlo a él y a nosotros... ¿qué puede pasarle?... ¿va a quedar bien?"- van diciendo nerviosos y por turnos los hermanos.

No sabe qué decir para consolarlos. Hay que ir al hospital y controlarlo analíticamente. Sabe que probablemente irá a UCI y con suerte todo saldrá bien, pero puede que todo vaya muy mal y necesite un transplante urgente o morirá.
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Han pasado unas cuantas horas. Decide ir a preguntar por él . La analítica pinta mal y clínicamente va peor. Lo suben a UCI.
No quiere pasar a verlo, ni ver a los hermanos.
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Varios días después vuelve a preguntar: sigue en UCI. Se han complicado unas cuantas cosas y hay más fuegos que apagar. Desea que vaya bien y puedan salir los tres juntos y volver a casa. Son unos supervivientes de la vida, son buenos chicos y merecen tener suerte alguna vez.
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PD: milagrosamente ha ido evolucionando a mejor, ( algo de culpa tendrán también los de la UCI). Está en planta.
Se alegra mucho, pero tampoco irá a verlo.
Se da cuenta de que empieza a seguir muchas vidas desde la distancia y sabe que volverá a encontrárselos, y ojalá sea en sus trabajos y no en el suyo.





miércoles, 14 de septiembre de 2011

Autodestrucción

Era una de las personas a las que veían con cierta regularidad y casi siempre por el mismo motivo: abuso de sustancias y alcohol; y alguna que otra llamada de atención por cortes en los brazos, de ésos que cualquier médico sabe que no son mortales y ella lo era.
Era éste un matiz importante, porque ese status le daba acceso a las sustancias de las que abusaba y ponerle freno era algo realmente difícil.

Hasta hacía  pocos años había sido una persona normal: con un trabajo, una familia, la  hipoteca, las vacaciones... pero todo éso había desaparecido. No sin que ella tuviera la mayor parte de la culpa, pero las circunstancias tampoco habían jugado a su favor.
Mucha gente en las mismas circunstancias hubiese reaccionado de otra forma, pero quizá el carácter, su predisposición a no afrontar los hechos, su historia pasada, muchos malos días, una profesión equivocada, etc.  la habían llevado a aquella espiral de autodestrucción.

Se lo había contado en una ocasión en  que se sentó con ella para decirle que  no podía seguir así, mientras le iban poniendo los antídotos necesarios.

Todo había empezado a ir mal el día que tuvo aquel accidente, que la tuvo mas muerta que viva y le había dejado como secuela aquellas cicatrices, un brazo inútil, fracturas varias y lesiones internas que le impedían no solo trabajar, sino llevar la vida de antes. "¿Cómo iba a resignarme a ésto?"- le había dicho.
Y no se adaptó, no supo cómo hacerlo. Atenuó el dolor físico con analgésicos y el de la mente con ansiolíticos y antidepresivos. No aceptó a nadie para que  supervisara el tratamiento que seguro inicialmente necesitó, y cuando su cuerpo y su mente pidieron mas se lo dio sin reservas: quería olvidar y dormir, no quería morir, solo sentirse bien... y perdió el control, si es que algún día lo tuvo.

Y con ello perdió a su familia, porque "vivir con ella se volvió imposible y tenemos hijos a los que cuidar y proteger"- le dijo un día su exmarido. El aún la quería, porque cada vez que le pasaba algo acudía a verla y trataba de ayudarla, se preocupaba cuando llamaba a la pensión en que pernoctaba y le decían que no había dormido allí..., pero acababa marchando, rendido a la evidencia de que ella no se iba a dejar ayudar.

Volvían de verla una vez más, por los mismos motivos. Pero la había encontrado mejor: más aseada, mejor alimentada, con un poco más de ilusión.
Le dijo que había dejado de beber y la creyó. Solo se había pasado un poco con las pastillas y no había motivo para el traslado. Volvió a hablar con ella, a intentar convencerla de que acudiese a un programa de ayuda, volvió a decirle que aun era demasiado joven, que aun podía salir de aquel agujero y la animó a seguir sobria. Era todo.

Le daba pena aquella mujer y deseaba que fuese capaz de salir de aquello, pero también sabia que no iba a poder hacerlo sola y si no dejaba que alguien la ayudase estaba avocada al fracaso.
No es que le cayese especialmente bien. ni que fuera una persona agradable al trato, ni que les recibiese con los brazos abiertos, no.
Sentía lástima por ella, porque era frágil aunque se hiciese la dura y las circunstancias la habían roto y aun no se había dado cuenta.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Te voy a atar

Te voy a atar
con lazos secretos
de abrazos y besos.

Me vas a llevar,
como sombra a tus pies,
pegada a la piel.

Te vas a encontrar
cada atardecer
queriendo volver.

Y nos vamos a amar,
como tú y yo sabemos,
una eternidad.