miércoles, 25 de abril de 2012

Por un golpe de viento

"Pero... ¿corre peligro su vida?". "Sí, claro que sí". La miraban incrédulos mientras les respondía.
No podía ser; era una caída tonta: un golpe de viento lo había hecho caer hacia atrás mientras caminaba.¿Como iba a morirse por éso un hombre de 34 años?. No podía ser.
Ella no sabia si iba o no a morir, pero era una posibilidad real e incluso probable.
Lo habían recogido por la mañana. 
Desde el inicio supo que aquello era mas grave de lo que a todos les parecía porque estaba consciente. Pero antes de arrancar hacia el hospital ya les dijo que tenia una fractura craneal y que estaba grave. Habló con el paciente y le dijo que lo iba a intubar. Todo fue sin problemas.
Cuando llegaron al hospital ya estaba la familia, pero como no podía entretenerse, no habló con ellos. Cuando salió después, solo estaban los compañeros, que no podían creerla.
Era lo que había, incluso era peor porque ya había visto el TAC y tenia graves lesiones cerebrales. No necesariamente mortales, pero si muy delicadas. Lo operaron de urgencia y a UCI.
Por la noche habían pasado a preguntar por él, no iba bien, pero aún era pronto para ver la evolución. Habría que esperar.

Pensándolo en casa era un forma bien tonta de matarse o de quedar con secuelas graves, pero así era la vida a veces: absurda.

sábado, 7 de abril de 2012

Defender la alegría- Benedetti

Porque hace falta en todos los tiempos defender la alegria y muchas veces hay que recordarlo para tenerlo presente

Defender la alegría como una trinchera 
defenderla del escándalo y la rutina 
de la miseria y los miserables 
de las ausencias transitorias 
y las definitivas 

defender la alegría como un principio 
defenderla del pasmo y las pesadillas 
de los neutrales y de los neutrones 
de las dulces infamias 
y los graves diagnósticos 

defender la alegría como una bandera 
defenderla del rayo y la melancolía 
de los ingenuos y de los canallas 
de la retórica y los paros cardiacos 
de las endemias y las academias 

defender la alegría como un destino 
defenderla del fuego y de los bomberos 
de los suicidas y los homicidas 
de las vacaciones y del agobio 
de la obligación de estar alegres 

defender la alegría como una certeza 
defenderla del óxido y la roña 
de la famosa pátina del tiempo 
del relente y del oportunismo 
de los proxenetas de la risa 

defender la alegría como un derecho 
defenderla de dios y del invierno 
de las mayúsculas y de la muerte 
de los apellidos y las lástimas 
del azar 
y también de la alegría.
Mario Benedetti