sábado, 10 de marzo de 2012

Suicidas (I)

Cuando llegaron ya estaba la policía dando masaje cardiaco. Rápidamente cada uno se puso a lo suyo ignorando todo lo que les rodeaba. 
Aquel día tenía residente. Una vez intubado y con todo el descontrol bajo control, le dejó el ambú y comenzó a investigar otras causas de parada además de la obvia: ahorcamiento.

Era un hombre de mediana edad, decían que con depresión y en tratamiento. Llamó a la familia, miró los fármacos que tomaba, le puso antídotos para ellos y para todo lo que podía haber tomado además.
Pero no salía de la parada. 
Recuerda que, en aquel momento, pensó que era una pena que no saliera porque  si lo hacía sería un buen  donante.
Después de intentarlo todo y transcurrido más del tiempo indicado, dio orden de parar.
A puerta cerrada,  enseñó a intubar al residente, porque era algo que debía aprender. Después cuando hubieron recogido todo, indicaron a la policía que comenzaran con los trámites pertinentes: autorización judicial, forense, policía judicial.

En ese momento le dijo al  residente que les quedaba lo peor: decírselo a la familia, aunque ya lo sabian. Fue entonces cuando el residente le dijo que lo conocía, estaba realmente impresionado: era médico de su centro de salud. ¡Por eso le sonaba a ella su cara!.
Le dio un poco de tiempo para que respirase y salieron a hablar con la mujer y los hijos. 
Llevaba un año con depresión y a pesar de los tratamientos no mejoraba nada, les contaron. No lo dejaban solo porque temían que pudiese hacer algo así. De hecho, aquel día no estaba solo: se había quedado un hijo en casa, que no sospechó nada cuando le dijo que se acostaba a dormir la siesta. Y en un momento se colgó con su cinturón de la barra del armario.
¡Pobre chaval, no había consuelo para él!. Y ella no  pudo evitar preguntarse si lo habría alguna vez.

Entonces les dejaron caer una bomba: Les pidieron que fuesen con el hermano a decírselo a los padres, que vivían un portal mas allá. No podían negarse, pero se le encogía el estomago solo de pensarlo.
Dio el final del servicio, porque debían estar operativos y se encaminaron a casa de los padres.
Estaba mas nerviosa que antes, porque iba a irrumpir en una casa que hasta entonces tenía paz, para dar la peor noticia posible a unos padres.
Consensuaron con la familia lo que iban a decirles: que les habían llamado porque no respiraba y no habían podido hacer nada por él y  que le iban a hacer la autopsia para saber que le había pasado.
Estaban en la cocina, ella haciendo la cena y el leyendo el periódico por Internet. Notó como le sudaban las manos, mientras les contaba lo que había pasado.
Cuando miró al padre a los ojos se dio cuenta de que lo sabía, que apreciaba la verdad a medias por su mujer, pero el sabía la verdad. " No estaba bien. Tenia que pasar", fueron sus palabras.
Salieron con el alma encogida a seguir con su trabajo unas horas mas.




2 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

Por supuesto lo peor de los suicidas es cómo influirá eso en los que quedan, sobre todo la culpabilidad que sentirá el hijo.
El trago de contárselo a la familia me parece de órdago, no sé cómo haceis para no desmoronaros.
Pregunta técnica¿si hubiera salido de la parada hubiera sido buen donante porque lo suyo ya era irreversible pero los órganos hubieran aguantado más?.

112 dijo...

Sobre el "cómo lo hacemos"... cada uno hace lo que puede y sabe. Intentas ser humano y cercano y a la vez mantener la distancia emocional.
Vaya lo que puedas, porque son cosas que no te enseña nadie. Hay unas guías para dar "malas noticias", pero después hay que adaptar y adaptarse.

Si hubiera salido de la parada?: lo mas probable es que el cerebro hubiese tenido daños irreversibles (porque parecía que el tiempo sin resucitación habia sido un poco largo). De todas formas habría que hacer unas cuantas pruebas en el hospital.
Muchas veces es un pensamiento recurrente, porque algún aliciente hay que tener en casos así y todos sabemos que un donante es motivo de alegria para mucha gente. Nosotros pensamos siempre en el paciente concreto, porque lo que queremos es que salga bien, pero cuando eso no es posible pues lo otro es muy importante.