lunes, 16 de mayo de 2011

Para nada

Era uno de esos días que ella definía como "nada útil".

Llevaban 9 avisos. Demasiados para aquella ciudad y ninguno que, en realidad, requiriese de sus servicios.

Eran el medio  mejor dotado para emergencias y se les utilizaba para lo que saliera, aunque muchas veces, éso implicase que se escapasen las emergencias de verdad. Parecía que a nadie importaban estos casos. Solamente cuando salían en prensa, entonces sí les pedían explicaciones a ellos... a ellos, que iban a donde les mandaban sin poder protestar.

Esta utilización política la deprimía.
Ya no discutía los avisos, porque había aprendido que no llevaba a ninguna parte. Lo único que conseguía con ello, era ir quemándose poco a poco y eso no quería que le pasase.
Estaba claro que el servicio servía para hacer buenas fotos y para que los políticos se llenasen la boca con sus sesgadas estadísticas.
Era lamentable, así que prefería no pensarlo siquiera.

Desde hacía unos años la cosa iba a peor. Cada año firmaban compromisos y objetivos absurdos y cada año, según sus jefes eran cada vez mejores. Su opinión, era que iban dejando de serlo a marchas forzadas.
"¡No hay como las políticas de calidad para que todo se reduzca al absurdo!", pensaba con demasiada frecuencia.
El contrato de gestión consistía en salir más veces que el año anterior ( sin que se tuviese en cuenta que cada vez había menos población), en poner más cruces en las historias ( sin tener en cuenta si había concordancia entre diagnóstico y tratamiento), en reducir el tiempo de llegada ( sin tener en cuenta la dispersión geográfica)... y sobretodo, en facturar a terceros (sin tener en cuenta si era o no adecuada la activación).

Guardias como éstas pasaban por su vida sin pena ni gloria. Sólo si se enteraba en el hospital, de que un caso grave había ido en otro tipo de medio o no habían sido activados para ello, pasaba a ser una guardia con pena.

Ella era de la opinión de que debían estar libres el mayor tiempo posible, por si había algo grave. Todo lo contrario que sus jefes, que preferían que circulasen y se les viese ocupados, aunque quedasen casos graves sin cobertura: pero eran casos anónimos y no pasaba nada.
En su opinión, estaban mal gestionados y eran poco eficientes.
Además se tiraba el dinero en cosas inútiles y absurdas y después se lloraba en lo importante.
Habían cambiado de jefes, pero todo seguía igual.

Por muchos motivos, (que era mejor no pensar en profundidad), estaba decepcionada. Sin embargo, cada día que iba a trabajar lo hacía con ilusión y suponía que, la única razón, debía ser que le gustaba su trabajo (dejando al margen toda la mierda burocrática).
Por otro lado, conocía ya a demasiados compañeros, buenos profesionales, a los que tambien les gustaba el trabajo y que ya lo habían dejado hartos de todo lo que no era esencialmente el trabajo.

"It is what is it is " que decia su profesor de inglés.

No hay comentarios: