viernes, 16 de marzo de 2012

Suicidas (II)

Mientras volvían se le amontonaban las ideas en la cabeza: porque no dejaban de surgir y porque no tenían por dónde salir.
No era el primer suicida que veía, ni el segundo, ni siquiera el décimo, ni era el más  escabroso o el más demoledor, era uno más.
Se daba cuenta de que, lejos de tenerles compasión, los suicidas le generaban agresividad. 

Muchas veces había pensado:"te quieres matar, vale, hazlo, pero no jodas al resto".
¡Hay cosas que no se hacen!.
Si llevas pensándolo meses o días, ten la decencia de no hacerlo en casa, tu familia tiene que volver a vivir en el mismo lugar, no manches y hazlo de tal forma que no les aumentes el sentimiento de culpa que ya van a tener. 

No, no le daban pena los que se mataban, le daban pena todos los demás.

Por otra parte, no podía dejar de pensar qué clase de cosas te podían  empujar a algo así.
No podía juzgarlos, ni condenarlos; porque si ella en ocasiones no sabía por qué actuaba de una determinada forma, cómo iba a entender lo que les pasaba por la cabeza a los demás en estos momentos. ¡Cómo debían de estar de obcecados, desesperados o lo que sea, para que la muerte fuese la única salida para alguien por lo demás normal!.
Así era  la mente a veces, y sin embargo muchos no tenían transtornos mentales. De hecho, muchos de los que había llevado al hospital para valoración por el psiquiatra, habían sido dados de alta.

Había visto a algunos con una determinación tal, que sabía que la próxima vez que volviese sería para avisar al forense. Y efectivamente había vuelto para ello.

Recordaba una mujer a la que habían ido a buscar 2 veces y que, tan tranquila, les contó que su padre, su hermano y su hijo se habían suicidado, así que ella no iba a estar aquí mas. ¿Qué haces con algo así?.

Odiaba esos avisos porque, en el fondo, también le confrontaban con la realidad de que la mente  puede jugar malas pasadas y de que nadie esta a salvo.
Muchos de sus compañeros decían que hacía falta mucho valor para hacer algo así, ella no pensaba lo mismo. No era cuestión de valor, a ella le parecía más egoísmo, pero tampoco era eso. Probablemente tenían un "aplanamiento emocional" tan grande que eran incapaces de sentir otra cosa que su dolor, incapaces de sentir o quizá de ponerse en el lugar de los que quedaban. Como si no pudiesen sentir ni calor ni frío, ¡debía ser algo terrible!.
En cualquier caso, un suicidio era siempre y para siempre muchas preguntas por responder.
 

3 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

Estoy convencida de que hacerlo sin fallar es una gran muestra de valor y por supuesto su incomprensión es tal que la empatía está de más en sus vidas.
Aunque a lo mejor los que matan a toda la familia antes de suicidarse lo hacen para ahorrarles el posterior sufrimiento.

112 dijo...

No estoy de acuerdo: Acertar es cuestión de método, no de valor.
Hay algunos infalibles: como tirarse de un 8º( y de ahí para arriba) o tirarse al tren (que por aquí se estila mucho)o pegarse un tiro en el pecho o en la cabeza etc.
También disiento en los que matan antes a la familia, en mi humilde opinión suelen ser unos hijos de p... y podrían haber empezado por si mismos. Entre otras cosas porque suelen ser ex-familia.

el chico de la consuelo dijo...

Este post me parece estupendo. Un antidoto contra los institntos suicidas. Siempre somos condescendientes con ellos y no se frecuentan demasiado los comentarios críticos como este.
Siempre hay como un halo de caricia en la chepa que creo que no hace sino alimentar suicidios de otros.
Ya se sabe que son contagiosos...aqui tuvieron que enrejar un edificio de siete plantaas en medio del campus universitario porque ya era una media de tres o cuatro al año.
Ojo por supuesto que da pena y uno se plantea a que espiral tinen que llegar y qué razones les han copnducido a ello, pero creo que nuestra labor es evitarlos no alentar nuevos.
En fin que me ha gusttado el planteamiento por novedoso.